viernes, 18 de diciembre de 2015

HISTORIAS DE UN MUNDO SIN PAZ .Eva Cárdenes 3ºC

En este planeta, hace cientos de años, habitaban personas muy crueles, lunáticos, incluso. Esa crueldad se ha extinguido, pero se han recuperado algunas historias de ese mundo. Ese mundo sin paz.
Historia nº 1: Bienvenidos a un mundo que desconocíais.

Querido diario de viajes:
Ayer por fin volví de mi viaje a África. Diablos, la gente no tiene ni idea de cómo viven allí las personas. Los adultos, muchas veces, tienen que empeñar los pocos animales que tienen (si los tienen) por medicinas si algún familiar enferma, y algunas veces los timan y esas medicinas son un ñaque. La mayoría de personas tienen que recorrer largos tramos kilométricos andando para conseguir agua, o comida. Por no hablar de la cantidad de niños y niñas con hoces arando la tierra sin poder estudiar.
Por la calle, ves ancianos apoyados en juncos a punto de romperse, niños saqueando a otros, llamándolos con palabras burdas. Además, la comida que hacen allí casi siempre está seca, insípida o un poco extraña. Cuando pienso en lo que estas personas tienen que sufrir, siento un odio visceral hacia mí mismo, por no poder ayudarlos tanto como querría hacerlo.
Historia nº 2: Mamá y papá.
Hola otra vez, diario. Estoy escuchando los gritos de mamá otra vez. En la escuela nos enseñan cosas de hombres que maltratan a sus parejas. Hombres que llegan borrachos a casa y pegan a sus mujeres, que llevan todo el día limpiando... Pero en mi caso es al revés. Es mamá la que llega a casa oliendo a whisky, es papá el mártir cuando mamá abre su compartimento de ahorros, se los quita y él no se queja. El neumólogo de papá le ha dicho que padece asma por el estrés, y que podría llegar a tener algo peor si sigue así. Y yo no quiero perder a papá. Me veo en la dicotomía de denunciar o hablar con mi papá para que denuncie él, pero está obstinado con que todo cambiará.
Me han llamado para cenar. Les he dicho que estoy haciendo los deberes, para roncear la hora de tener que bajar. No quiero tener que ver como mamá quema las lindas fotos color sepia del día de su boda, o le grita a papá porque su frac está manchado de rojo ( según ella es pintalabios ), o cómo le marca sus zarpas en la cara. Solo quiero irme de aquí. Quiero morir. Quiero que en este mundo haya paz de una vez.

Historia nº 3: Con amor, Katherine
Hola, Qetsiyah. He decidido que hoy por fin voy a desahogarme como nunca he hecho. Esto es lo que haré: contar nuestra historia. Con tan solo 21 años, encontré al amor de mi vida: tú, Qetsiyah. Lo malo es que en este mundo la paz y la tolerancia escasean, y no todos aceptan que dos chicas estén juntas. Y de eso trata esta historia.
Hace dos meses estábamos en el mercado que hay al lado del muelle comprando cosas para tu fiesta de cumpleaños, entre ellas: chocolate, glaseado, cupcakes, dulces de yema y adornos de cumpleaños. Estabas tan emocionada... Tú estabas detrás de mí, y te arreé para que te dieras prisa. Ese fue un gran error por mi parte, ya que tú eras un poco torpe y te caíste. Te tropezaste con una quilla, te golpeaste la cabeza, entre otras partes de tu cuerpo, y te precipitaste al mar.
Cuando unas cuantas personas y yo te sacamos, te llevé al hospital. Estabas inconsciente, con úlceras y con una hemorragia interna que podrían haber curado, entre cuatro paredes blancas con un póster de patos practicado xilomancia y otro con un velocirraptor tirándole pétalos de flor a un hombre, y con ese vestido rosa que tanto me gusta y una expresión tranquila. Pero, en el hospital, no quisieron curarte, ya que sabían de tu sexualidad ( te dije que vivir en un pueblo pequeño tenía sus desventajas ).
Ese mismo día, horas después, despertaste. Abriste los ojos, me susurraste 'te quiero' con una adorable pero leve sonrisa, y los cerraste para no volver a abrirlos jamás. Así fue como tú, Qetsiyah, la persona más importante de mi vida, falleciste a manos de personas que no aceptaron tu bisexualidad.
Siempre recordaré el día que las plegarias de la iglesia me llamaban para acudir a lo que sería el final de nuestra historia. Y ahora estoy aquí, celebrando tu cumpleaños sin ti. Por lo menos ahora sé que estás en un mundo de paz, en el que los homofóbicos, y los humanos en general, no pueden hacerte daño. Y pronto volveremos a estar juntas.
Con amor, Katherine.






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