Orson
era un niño alto y fuerte, durante su etapa escolar de Primaria destacaba al
lado de sus compañeros por su corpulencia. Pero el tener esta constitución no
quería decir que su carácter fuese igual, él era noble y sin malicia, se
llevaba bien con todos sus compañeros, a veces era demasiado inocente para su
edad. Pero mientras estuvo en el colegio nunca tuvo problemas con sus
compañeros, siempre fue muy buen amigo de sus amigos.
Orson
era el niño más pequeño de su casa, tenía una hermana siete años mayor que él.
a su hermana solía hacerle muchas travesuras, la sacaba de quicio, pero luego
era muy cariñoso, estaba todo el día abrazándola y besuqueándola.
Le
gustaba mucho asistir al colegio y siempre iba muy entusiasmado, al igual que a
sus actividades de tarde. Asistía a clases de lenguaje musical, a ciclismo y a
natación. ciclismo era su actividad preferida. En todas estas actividades
congeniaba muy bien con sus compañeros, su único problema es que era muy
hablador.
Orson
pasaba los fines de semana en el pueblo de sus padres, ahí lo pasaba muy bien,
tanto en la finca que tenían sus abuelos, donde había muchos animales, como en
el bar de su tía, también disfrutaba mucho de la piscina recreativa que había
en el pueblo. Él siempre decía que era un niño muy feliz.
A
finales de su último curso en Primaria, Orson estaba muy feliz, no sólo porque
se iba de viaje de fin de curso a Barcelona, sino porque pasaba al instituto.
Decía que así podría ir sólo con sus compañeros y sus padres no tenían que ir a
llevarlo ni recogerlo, se sentía más adulto.
Y por
fin llegó el día de la presentación del primer curso de Secundaria. La noche
antes Orson casi no durmió, estaba nervioso ante lo que podría encontrarse en
el instituto.
A su
regreso a casa después de la presentación venía eufórico, decía que todos los
profesores le habían gustado y que sus compañeros no parecían malos niños.
Durante
el primer mes todo fue ganial, Orson iba y venía de las clases muy contento y
se implicaba mucho en hacer los deberes. Pero un día, al volver de clases,
Orson entró en su casa cabizbajo, triste y casi llorando. Su madre le preguntó
que le había pasado. Él le contestó que un compañero le había pegado y que le
dio varias patadas. Su madre lo miró y tenía varios morados en la espalda.
Orson no entendía por qué le habían pegado si él no había hecho nada. Su
compañero le agredió porque le caía mal y él fue incapaz de levantar la mano;
nunca antes lo había hecho ni tampoco pensaba hacerlo.
Al
día siguiente, Orson volvió al instituto, fue con miedo por si volvía a pasar
lo mismo. Pero todo transcurrió con normalidad, aunque él le contó lo ocurrido
a su tutora y a su compañero lo castigaron. Pasaron los días y poco a poco todo
volvió a ser igual que antes. A la siguiente semana, cuando ya Orson volvía a
asistir al instituto muy contento, en la clase de Educación Física varios
compañeros lo acorralaron y volvieron las agresiones: patadas, puñetazos,
empujones... pero nadie lo defendió, ni siquiera el profesor se dio cuenta. Y
otra vez volvió Orson a casa muy triste, decaído y encima lleno de golpes. Sus
padres se pusieron muy furiosos, le preguntaron que si él había ocasionado
alguna discusión, a lo que él respondió que no, que no sabía por qué le
pegaban. Sus padres enseguida se pusieron en contacto con el instituto y la
tutora solucionó el problema.
Su
familia entonces se dio cuenta de que Orson
era incapaz de levantarle la mano a nadie, era muy noble, no tenía
maldad, y el hecho de ser muy hablador y pensar que todos sus compañeros eran
iguales que él había jugado en su contra. Sus compañeros lo veían sensible e
inocente y lo atacaban para diversión de ellos, sin pensar que le estaban
haciendo bastante daño y creándole un trauma.
El
tiempo fue pasando y parecía que todo se fue suavizando. orson volvía a tener
la misma ilusión que antes. Asistía a sus clases muy contento y volvía entusiasmado.
Seguía siendo el mismo niño inquieto, impulsivo, cariñoso, aunque seguía
sufriendo la burla y el acoso de algunos compañeros, pero él lo llevaba mejor.
Las
notas de la segunda evaluación llegaron y, para Orson, fueron muy buenas, sin
suspender nada. Las siguientes semanas pasaron muy bien, él se encontraba muy
feliz, seguía practicando sus actividades de tarde y en el instituto todo se
había normalizado.
Al
siguiente comienzo de semana, el lunes, todo cambió, en un cambio de clases los
compañeros que tanto habían atacado a Orson por divertirse otra vez, le
empujaron y mientras uno le agarraba haciéndole bastantes rasguños en el cuello
el otro le daba patadas por todos lados. De nada sirvió que un compañero
gritase y les dijera "no le den más", pues ellos seguían. Orson
volvió a llegar a su casa triste u malherido. Su madre, al verlo lo llevó
corriendo al centro de salud porque tenía un golpe grande en la espalda.
Al
día siguiente fue al instituto, pero con mucho miedo y desconfianza, lo
acompañó su madre y le contaron el problema al jefe de estudios. Cuando volvió
a su clase sus compañeros le recriminaron que era un chivato por contar lo que
pasó, e incluso intentaron agredirle de nuevo. Su tutora solucionó el problema
hablando con los padres de estos compañeros.
Orson sigue asistiendo a clases con
mucha ilusión, aunque ya no se fía de nadie, él dice que se siente orgulloso de
ser como es y no entiende por qué sus compañeros no quieren conocerle mejor en
vez de golpearle continuamente. Pero a
pesar de todo Orson sigue creyendo en la amistad y confía en que algún día
pueda ser amigo
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