Este gran lugar de arena, que
antes era una breña, dócil en cada onda, que el viento mece ya sin pensar.
Por eso te hago yo este
panegírico, por tus pocas oquedades y tus grandes ilusiones.
A las pocas personas con un
ápice de lucidez, las vuelves locas, por tus espejismos.
Grácil tú eres, por tú
delicadeza y belleza.
Conquistada, por los pocos
hidalgos, que se atrevían a venir.
Tu dureza es sin igual, ya
que, en tu tierra ni un triste ñame se atreven a cultivar, los
nómadas, que llegaban aquí, por simple casualidad.
Un enemigo acérrimo de la
vida, ya que, en ella, no puedes vivir.
Uno de los pocos mecenazgos de
Canarias te lo dieron a tí.
Cuando estoy en tí, tu eres
capaz de imbuirme el ánimo y la alegría, con un cariño y a la vez,
de una forma con tanta frigidez.
Si pudieras solo un minuto,
desearía que me contaras las escaramuzas entre los españoles y los
aborígenes canarios, que han pisado tu tierra.
Yo te cotejo con otras dunas y
aun así tu eres la mejor, porque como un kabuki, con una gran
declamación y una bella actuación.
Por eso digo esta jaculatoria
(aun siendo muy larga) para que sigas siendo como siempre, bella y
hermosa.
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