Un
día en el cumpleaños de un niño, en medio de un zaperoco,
apareció un payaso para animar la fiesta. Su apariencia era la de un
hombre famélico
y un poco ñoño.
Tenía un aire bohemio,
pero bastante agradable.
También
vino un amigo de la familia que sobrevivió al holocausto
de la segunda guerra mundial. Llegaba desde la urbe
de
Colonias, situada en una colina
donde yacen
muchas
víctimas de la guerra.
A
mitad de la fiesta se produjo un incendio provocado por un niño al
intentar una broma quemando un papel, pero uno de los padres de
profesión bombero actuó con mucha pericia
y en una impronta
sofocó el fuego.
Este
bombero contó que venía de ayudar a los sirios en las playas de
Turquía donde los ayudaba a llegar a tierra sano y salvo. Allí
tenían escasas medicinas pero no mermaba
su ánimo y utilizaban medicinas como sucedáneos.
Para dormir se usaba jergón
rancio,
pero a él no le importaba porque salvaba vidas.
A
uno de los niños del cumpleaños le empezó a doler la barriga y
otro se cayó y tenía un chichón en la cabeza. Al primero, le
dieron un poco de quina
y al segundo un troza de hielo.
El
bombero tiene un pelo a lo afro y usa queratina
para peinarse, es una sustancia no nociva.
En una de sus actuaciones tuvo un accidente y le amputaron
dos dedos de la mano derecha, fue un accidente no letal.
Por
otro lado, el bombero consideraba su trabajo como lo que siempre
quiso ser y lo contaba todo como si hubiese sido un sueño algo
onírico
un elixir
para su alma con mucha discreción
sin darse mucha importancia. Aunque a causa de su hipoglucemia
lo obligaron a volver a España.
La
casa en la que se celebraba el cumpleaños está en la vega
de San Mateo. Un lugar muy bonito y muy frío, tanto que por la
mañana amanece con trozos de témpanos
en los tejados de las casas. Para combatir se gastan muchos vatios
por las estufas.
En
las conversaciones de los padres al analizar sus palabras se observa
el uso de xenismos
como
sándwich , croassant y sushi.
En
definitiva, fue bastante curioso todo.
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