Los alumnos de Lengua están jugando a "La palabra del día", a partir de una serie de palabras elegidas al azar por Pablo , su profesor, desarrollan su imaginación y la plasman en textos. Comenzamos a publicar alguno de ellos. En esta ocasión nos acompañan los textos de Ione de 3ºC y Valeria de 4ºC. En ambos los sueños son los grandes protagonistas.
“La
playa”- Ioné (3ºC)
La otra tarde estaba leyendo
un libro sobre la oligarquía de un país anexo a un yermo desierto, y su
nepotismo con sus habitantes; así como la usura que mantenía con ellos. Estaba
sentado en una roca frente al mar con una actitud jovial al lado de mi zurrón y
mi tabla de windsurf.
De repente, un difuso fulgor
con una amplia gama de colores apareció frente a mí intentando lacerar mi
visión. Por más que intentaba balbucir alguna palabra ante aquel extraño
fenómeno y mostrarme extravertido, no hice otra cosa que quedarme paralizado.
Sentí un vahído inexplicable y me pareció sensato irme de aquel lugar. Algo
intrínseco a aquel suceso empezó a ralentizar mi cuerpo, así como a coartar mi
capacidad de reaccionar.
Me parecía una quimera salir
de allí. Quería timbrar por teléfono a algún conocido aunque me diera pudor
contarle lo sucedido o que intentara menoscabar mi historia. Parecía que
aquella luz quería absorberme y un dolor profundo en el xifoides se apoderó de
mí.
De pronto, me desperté
asustado a la orilla de la playa y donde el sol me daba en la cara, y me di
cuenta que todo lo que había pasado era una terrible pesadilla. Me sentí muy
alegre por ello.
“Un
sueño compartido”- Valeria (4ºC)
De
repente estaba allí, en un lugar que no había visto nunca. Era un paisaje basto
y hermético a la vez. Colores vivos destacaban por todas partes. Era un mundo
de fantasía, pero a la vez real, no sé si pareceré ilusa o tal vez necia por
contarlo.
Abrí
los ojos… creo. Vi aquella maravilla, era un mundo paralelo al real. Estaba
sola, bueno eso creía yo, se oía a lo lejos una especie de jauría. Me asuste
presa del pánico y corrí como una fanática, avanzaba rápidamente. Demasiado
rápido, mire mis pies… y no lo hacía, levitaba, flotaba. Era extraño, pero ya
no sentía miedo, llevaba un paso como
discontinuo, raro pero me sentía bien era como medrar ante la situación.
Ahora
quería escudriñar aquel lugar. Cuanto más me adentraba más lóbrego era el
paisaje. Pero seguía sin sentir miedo, llegue hasta ellos, era una manada de
perros inmensa de los cuales destacaba un prominente bulto. Me quedé
paralizada, quieta como una puerta cuando la traban con una cuña.
Se alzó
ante mis ojos una criatura. Un ser humanoide que me miro fijamente. Debo
confesar que era un ser hermoso. Los perros lo observaban como beatos. Entonces
comprendí que no era alguien cualquiera. Era el líder de la manada. Se me
acercó lentamente, justo cuando se encontraba a escasos centímetros de mí, me olió y entendí que era voluptuoso,
estaba olfateándome. A la vez me transmitió un olor peculiar, él desprendía un
aroma a quesadilla un tanto embriagador. Bajé mi cabeza, me comporté sumisa
presentándole mis respetos. ¿Quién eres? Le pregunté. Él intentaba aprehender mi
lengua que sorprendentemente parecía entender.
Luego
me miró fijamente y empezó a gritarme, yo no lo entendía, parecía enfadado,
casi obsceno hasta el punto de ser hasta grosero.
Pero yo
me armé de valor y puse mi mano sobre su hombro rollizo para darle a entender
que yo estaba tan ofuscada como él y no tenía nada que temer. Para mi sorpresa,
creo que me entendió. Después ocurrió algo muy extraño; de repente, estaba
comunicándose conmigo sin ni siquiera mover la boca, era telepáticamente.
Yo estaba confundida, ¡ no me lo podía creer ¡ (lo
entendía) solamente me dijo: Si estás aquí
para ayudarme… ¡Sígueme!
Y sin dudarlo un solo instante le seguí, agarró mi
mano fuertemente y empezamos a correr con los perros siguiéndonos con claras
intenciones de escoltarnos. Nos adentramos en lo profundo del paisaje
chocándonos con plantas enormes que dificultaban nuestros pasos y hacían más
turbio si cabía el lugar.
Casi sin darme cuenta llegamos a un lugar, era una
especie de zoco. Había muchos como él, ¡cientos de criaturas como él!. Niños
por todos lados corriendo y jugando. Comprendí que era su hogar. Al principio
se mostraron xenófobos conmigo.
Pero él, a medida que avanzábamos les iba poniendo la
mano sobre la cabeza en un momento desesperado por hacerles entender que yo no
estaba allí para hacerles daño.
De ahí, que todos se apartaban a mí paso abriéndome
camino hasta una cabaña. Entonces automáticamente me di cuenta de lo que
pasaba. Dentro de un cesto se encontraba el bebé más reciente de la tribu.
Una criatura hermosa que lloraba desesperadamente y
sin consuelo. Tenía el brazo cubierto de unas láminas que parecían ser como una
especie de yodo, no sé era algo raro. Se las aparté y vi lo que pasaba. El bebé
tenía un uñero. Bueno, para nosotros parece tan insignificante, pero esos seres
tan hermosos y a la vez tan frágiles, no soportaban el dolor, no conocían ese
sentimiento que les hacía tanto daño.
En su mundo, eso no existía. Simplemente mi misión
allí era curárselo, y lo hice. Inmediatamente dejó de llorar, se hizo el
silencio y todos empezaron a reír arrodillándose ante mí.
No fue hasta entonces que me di cuenta, que lo que
pensaba de ellos era todo lo contrario. Allí en un mundo tan bello el ser
diferente y maravilloso… ¡Era yo!
Casi sin darme cuenta un sonido retumbaba en mi
cabeza… ¡¡ring ring ring!!. Era mi
despertador, avisándome que tenía que levantarme para ir a clase.
¡Dios mío!, Pensé. Era todo un sueño. El sueño más
bonito que he tenido nunca… y gracias a que mi mundo que posee una tecnología
llamada wap, lo pude compartir con todos mis amigos.
Aunque parezca mentira cada noche pienso:
¿Soñaré otra vez con ese mundo?... ¡Ojalá!
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