En
este planeta, hace cientos de años, habitaban personas muy crueles,
lunáticos, incluso. Esa crueldad se ha extinguido, pero se han
recuperado algunas historias de ese mundo. Ese mundo sin paz.
Historia
nº 1: Bienvenidos
a un mundo que desconocíais.
Querido
diario de viajes:
Ayer
por fin volví de mi viaje a África. Diablos, la gente no tiene ni
idea de cómo viven allí las personas. Los adultos, muchas veces,
tienen que empeñar los pocos animales que tienen (si los tienen) por
medicinas si algún familiar enferma, y algunas veces los timan y
esas medicinas son un ñaque. La mayoría de personas tienen que
recorrer largos tramos kilométricos andando para conseguir agua, o
comida. Por no hablar de la cantidad de niños y niñas con hoces
arando la tierra sin poder estudiar.
Por
la calle, ves ancianos apoyados en juncos a punto de romperse, niños
saqueando a otros, llamándolos con palabras burdas. Además, la
comida que hacen allí casi siempre está seca, insípida o un poco
extraña. Cuando pienso en lo que estas personas tienen que sufrir,
siento un odio visceral hacia mí mismo, por no poder ayudarlos tanto
como querría hacerlo.
Historia
nº 2: Mamá
y papá.
Hola
otra vez, diario. Estoy escuchando los gritos de mamá otra vez. En
la escuela nos enseñan cosas de hombres que maltratan a sus parejas.
Hombres que llegan borrachos a casa y pegan a sus mujeres, que llevan
todo el día limpiando... Pero en mi caso es al revés. Es mamá la
que llega a casa oliendo a whisky, es papá el mártir cuando mamá
abre su compartimento de ahorros, se los quita y él no se queja. El
neumólogo de papá le ha dicho que padece asma por el estrés, y que
podría llegar a tener algo peor si sigue así. Y yo no quiero perder
a papá. Me veo en la dicotomía de denunciar o hablar con mi papá
para que denuncie él, pero está obstinado con que todo cambiará.
Me
han llamado para cenar. Les he dicho que estoy haciendo los deberes,
para roncear la hora de tener que bajar. No quiero tener que ver como
mamá quema las lindas fotos color sepia del día de su boda, o le
grita a papá porque su frac está manchado de rojo ( según ella es
pintalabios ), o cómo le marca sus zarpas en la cara. Solo quiero
irme de aquí. Quiero morir. Quiero que en este mundo haya paz de una
vez.
Historia
nº 3: Con
amor, Katherine
Hola,
Qetsiyah. He decidido que hoy por fin voy a desahogarme como nunca he
hecho. Esto es lo que haré: contar nuestra historia. Con tan solo 21
años, encontré al amor de mi vida: tú, Qetsiyah. Lo malo es que en
este mundo la paz y la tolerancia escasean, y no todos aceptan que
dos chicas estén juntas. Y de eso trata esta historia.
Hace
dos meses estábamos en el mercado que hay al lado del muelle
comprando cosas para tu fiesta de cumpleaños, entre ellas:
chocolate, glaseado, cupcakes, dulces de yema y adornos de
cumpleaños. Estabas tan emocionada... Tú estabas detrás de mí, y
te arreé para que te dieras prisa. Ese fue un gran error por mi
parte, ya que tú eras un poco torpe y te caíste. Te tropezaste con
una quilla, te golpeaste la cabeza, entre otras partes de tu cuerpo,
y te precipitaste al mar.
Cuando
unas cuantas personas y yo te sacamos, te llevé al hospital. Estabas
inconsciente, con úlceras y con una hemorragia interna que podrían
haber curado, entre cuatro paredes blancas con un póster de patos
practicado xilomancia y otro con un velocirraptor tirándole pétalos
de flor a un hombre, y con ese vestido rosa que tanto me gusta y una
expresión tranquila. Pero, en el hospital, no quisieron curarte, ya
que sabían de tu sexualidad ( te dije que vivir en un pueblo pequeño
tenía sus desventajas ).
Ese
mismo día, horas después, despertaste. Abriste los ojos, me
susurraste 'te quiero' con una adorable pero leve sonrisa, y los
cerraste para no volver a abrirlos jamás. Así fue como tú,
Qetsiyah, la persona más importante de mi vida, falleciste a manos
de personas que no aceptaron tu bisexualidad.
Siempre
recordaré el día que las plegarias de la iglesia me llamaban para
acudir a lo que sería el final de nuestra historia. Y ahora estoy
aquí, celebrando tu cumpleaños sin ti. Por lo menos ahora sé que
estás en un mundo de paz, en el que los homofóbicos, y los humanos
en general, no pueden hacerte daño. Y pronto volveremos a estar
juntas.
Con
amor, Katherine.
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