Kazuto llegó a nuestra redacción y con su cara sonriente nos dijo que quería que publicaramos su novela. ¡¡¡Menudo susto!!! Pero si tenemos novelistas en el IES ¿por que no ibamos a hacerlo? Así que aquí tienen la primera entrega de esta apasionante historia.
Gracias Kevin por tu valentía
"Lo primero es lo primero
y lo primero es presentarme, pero claro a quién le importa mi verdadero nombre
así que llamadme por mi apodo James K Weedolf o Weedolf.
Puede parecer raro pero
la historia que os contaré sucedió cuando estaba en el instituto pero tranquilos
os aseguro que no será una historia de amor, amistad y de la vida tal y como la
conocemos. Al menos no en su totalidad.
Comencemos la historia,
que comienza de esta forma tan poco convencional.
“Y ahí estaba yo corriendo por sobrevivir quien hubiese
dicho que de todas las personas del mundo tan solo unos pocos se dieron cuenta
de que el fin del mundo se acercaba.”
Prologo.
El Apocalipsis comenzó
porque un grupo de científico , que estaban investigado como revivir a
los muerto, pero el experimento fallo y con el cadáver que estaban
experimentado se les lanzo encima y desde allí se expandió el “Virus-T”, así fue como llamaron al
virus. Y desde ese momento todo el mundo menos unos pocos como España se
pusieron en alerta roja de peligro, contagio inminente si os acercáis a alguien
que no esté vivo y como España y otros países no hicieron caso de esa alerta,
pues se vinieron abajo y de una población densa solo se quedó la mayoría que
oyó la noticia y sabían que no era una broma.
Capítulo
1. El inicio del Apocalipsis.
- Weedolf, Weedolf, venga,
vamos a qué esperas. Sal ya a la pizarra tienes que hacer el ejercicio. Deja de
estar en las nubes.
- ¿En serio profe? no
tengo ganas de hacer el ejercicio, podría hacerlo otra persona, a parte no lo
tengo hecho.
- Me da igual chico.
Saldrás tú porque lo digo yo y además aunque no lo hayas hecho sé que sabes la
solución. Aunque se trate, probablemente del ejercicio más difícil que se va a
hacer en todo el curso.
- Sí, me sé la solución.
Pero no tengo ganas de hacerlo en la pizarra. Es lo que diría pero seguro que
no cambiaras lo que has dicho. ¿Cierto?
- Vaya sí que me conoces
¿no? Ja, ja, ja.
J
|
Tal y
como dijo, o más bien tal y como me obligó, me dirigí a la pizarra pensando en
la de cosas que me gustaría decirle a ese tipejo con aires de superioridad
siempre mirando por encima del hombro a todo el mundo. Lo bueno es que siempre
que intentaba pillarme desprevenido para poder suspenderme yo le respondía
haciendo todo a la perfección lo que le dejaba en muy mal lugar ya que empezaba
a olerse que intentaba joderme la vida de algún modo. Y te aseguro que de todos
los pensamientos que tenía sobre él no había ninguna que fuera medianamente
buena, después de todo a nadie le gusta ser obligado a ir a la pizarra.
A mí
por ejemplo me ponía muy nervioso, escuchaba murmurar a los demás y no paraban
de decir “¿eso no está mal?” “¿pero eso no iba en el otro lado?”, odiaba eso,
pero al final siempre los hacía y curiosamente siempre me tocaban los más
difíciles. Después de ese momento que me puso contra la espada y la pared, o
mejor dicho, entre los muros y la pizarra, me dirigí hacía él ,profesor, por
llamarlo de algún modo, y le pregunté si podía ir al baño, o lo que viene a ser
lo mismo, la típica escusa de cuando quieres escaquearte de la clase para dar
ese paseo que tanto te relaja.
Mi profesor al quedarse asombrado de que fuera
capaz de solucionar el ejercicio de la pizarra, el cual estaba a nivel
universitario, contestó dándome la tarjeta necesaria para ello. Pero lo que yo
no sabía era lo que me esperaría ver en la parte de abajo. Mientras más bajaba
las escaleras empezaron a escucharse unos pequeños gritos y golpes que parecían
provenir de la puerta principal, cosa extraña ya que en los 4 años que estuve
en ese instituto lo máximo que había visto era alguna que otra pelea entre
alumnos y profesores.
Me
acerqué a ver qué estaba pasando, y vi que varios profesores se dirigieron
hacia la puerta de metal donde se encontraba un hombre un poco rechoncho y para
nada expresivo. Al parecer era el que provocaba esos sonidos y daba esos
golpes, aunque si tuviera que escoger que fue lo más raro de todo aquello en
ese momento diría que como daba los golpes. Ya que este ser daba los golpes con
todo su cuerpo. Lo primero que me vino a la mente fue que estaría borracho,
cosa que tuve que descartar al instante porque solo eran las 9 de la mañana, lo
segundo que pensé fue que tendría algún
tipo de problema psíquico, pero claro, obviamente no sería tan sencillo.
El
director se dirigió a él para “hablar”. Por lo que abrió la puerta dejando que
entrara. No sé qué le pasaría en esa cabeza tan deforme pero atacó
violentamente a una profesora tirándola al suelo y fue entonces cuando nos
dimos cuenta que esa persona tenía la parte del cuello completamente segada,
casi al borde de haber sido decapitado. Lo cual me preocupó muchísimo más ya
que la pregunta del millón era ¿cómo es que un ser humano puede seguir
moviéndose con semejante corte en el cuello? La profesora intentaba defenderse
como podía pero fue increíble que
incluso con 2 personas más ayudándola no pudieron quitárselo de encima,
hasta que desgraciadamente dejo de moverse, por lo que pensábamos que había
muerto debido a la gran pérdida de sangre, por culpa de un mordisco que parecía
calculado puesto que fue directo a la yugular, o eso creíamos, pues la
profesora se levantó como si nunca hubiera pasado nada, por lo que intentaron
ayudarla sin saber porque ella agarró
del cuello al director y le mordió la cara arrancándole la nariz y la piel a
cachos, después de caer al suelo de rodillas el director al rato de levantarse
empezó a atacar a los demás junto con la profesora y esto fue pasando
sucesivamente, profesor tras profesor y alumno tras alumno. Yo, que ya me hacía
una idea de que podía estar pasando me dirigí a la clase tan rápido como pude,
abrí la puerta y sin hacer ni puto caso al profesor (cosa que tenía ganas de
hacer desde hacía años) fui a hablar con Robert, David, Eloy y Eduardo y les
explique lo que pasó. Pero de todos ellos solo Robert y David me creyeron y
salieron corriendo conmigo antes de que dijeran nada. Aunque no nos dio tiempo
de llegar al taller de tecnología antes de que se oyera por megafonía:
-
A todos
los estudiantes. Estamos sufriendo lo que parece ser un ataque bioterrorista,
esto no es un simulacro sigan a su profesor hacía la salida. Repito esto no es
un si… (golpe en seco y silencio durante unos segundos) ¡¡¡Espera, para, no,
por favor, no te acerques a mí, fuera, aléjate!!! ¡no! ¡¡¡¡NOOOO!!! (fin de la
transmisión).
Eso era justo lo que más temía. Ya que eso provoco un miedo demasiado
grande lo que al rato se convertiría en una matanza entre ellos mismos. Todos
los estudiantes y profesores salieron de golpe de todas las clases, lo que
produjo un baño de muertes y sangre en las escaleras y pasillos, lo que a su
vez era un banquete para “ELLOS”.
Después
de lo sucedido conseguimos llegar a salvo al taller pero, no fuimos los únicos.
Un pequeño grupo de solo 4 integrantes proveniente del anexo habían llegado
antes. Para mi asombro eran Gastón un tipo lo suficientemente fuerte como para
levantar ligeramente una moto él solo, Eros que suele ser un poco incauto y
confiado en ocasiones, un extraño al que
nadie conocía, lo cual no era raro, y que respondía al nombre de O. y Yorvanis,
puede ser un poco introvertido pero parecía que se podía confiar en él (dentro
de lo que cabe).
Decidimos, naturalmente por una unanimidad, ir juntos a buscar recursos y
armas para defendernos y sobrevivir. Necesitábamos un líder y sin saber por qué
el líder al que eligieron fui yo (aunque me sentí bastante satisfecho con la
elección).
Decidimos, naturalmente por una unanimidad, ir juntos a buscar recursos y
armas para defendernos y sobrevivir. Necesitábamos un líder y sin saber por qué
el líder al que eligieron fui yo (aunque me sentí bastante satisfecho con la
elección).
Lo primero que dicte como líder fue que empezáramos a equiparnos con un par
de objetos contundentes y algún que otro objeto cortante. Después de recoger
todo lo utilizable para defendernos y comer. Hicimos inventario y lo que
teníamos era 6 martillos, 4 sierras y
una pistola de clavos de aire comprimido modificada por Robert para tener más
apoyo y puntería haciendo que el retroceso sea menor. De autodefensa estábamos
bien pero de comida íbamos bastante mal, ya que tan solo teníamos un par de
sándwiches y poco más. Por lo que nuestra siguiente misión sería buscar comida
en la cafetería. La cual parecía
bastante distante.
Al día siguiente después de dormir en ese áspero suelo, parecido a un
pedregal, del taller, Gastón y yo nos armamos con armas contundentes y salimos
para una solo cosa, ver algo que sin duda jamás olvidaríamos, algo que nos
produjo náuseas. Desde que nuestras
miradas se dirigieron hacia esas cosas que en algún momento eran personas que
ahora solo son cuerpos ensangrentados y mutilados. Por mucho que lo intentamos
solo había un camino y era recordando que ya no eran humanos y que ahora el
mundo se regía por la ley del más fuerte.
Volvimos al taller, y allí nos dividimos en dos grupos, uno iba a explorar
si quedaban algún sobreviviente por el instituto y el otro grupo iba a por
provisiones a la cafetería, mientras los dos grupos estaban limpiado a los que llamamos draugers (muertos vivientes), todo el
instituto, mientras iban haciendo sus misión. El grupo encargado de
inspeccionar el instituto era O. y Eros y el otro grupo encargado de ir a por
suministros era Gastón y James K. Weedolf, o sea yo y en la base se quedó
poniendo defensas Robert, David y Yorvanis.
Corrimos contra ellos y apuntando con el martillo le destrozamos el cráneo
a todos los que se nos acercaban. Después de varios draugers llegamos a la
cafetería, para recoger comida, pero antes vomitamos del asco, lo que pasamos
fue muy asqueroso, pero fue con ánimos de supervivencia. Recogimos toda la
comida disponible y la pusimos en la maleta al parecer ya había sido saqueada
pero menos da una piedra. Volvimos al taller para comer y prepararnos para
dominar el instituto porque obviamente las clases habían quedado suspendidas de
forma indefinida.
Mientras
el otro grupo estaba inspeccionando el instituto por supervivientes,
encontraron a tres niñas de 1°ESO, totalmente asustadas, y decidieron, que
vendrían con ellos y O. estuvo de acuerdo vinieron al taller y allí nos
presentamos todos ante las niñas y después se presentaron ellas, la primera que
se presento fue la más valiente de las tres.
- Me
llamo Alexandra, y las otras dos se llaman Asuna y Asada.
Cuando
terminamos de presentarnos, nos pusimos a dormir hasta mañana, porque ya era
muy tarde.
CONTINUARÁ..........
http://sagalossietepecadoscapitales.blogspot.com.es/
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