Haciendo
cuentas hacia atrás, las vacaciones de verano en Secundaria fueron
aproximadamente 85 días de libertad absoluta, es decir, sin
exámenes, ni tareas, ni trabajos, ni profesores insistentes en el
estudio académico y, lo mejor, pudiendo masticar chicle... A día de
hoy, pienso que el instituto está para aprender, llevo desde los
tres años formando mi cerebro para un futuro (como todos que se lo
puedan permitir en España), pero, por el contrario, también pienso
que el cerebro tendría que tener algún botón en el que se pueda
pulsar para ponerlo en modo de off,
y para eso está el verano.
Los
humanos, tenemos esa extraña faceta de quejarnos siempre por todo,
o, al menos, los adolescentes. Algunos nos quejamos del instituto
cuando estamos en él, pero, por otro lado, estando en las vacaciones
de verano, tenemos ganas de empezar. No sé exactamente por qué,
pero se me ocurre que muchos queremos empezar con la rutina, que ya
no es rutina, ahora es algo nuevo después de tres meses de descanso
y diversión. La rutina empieza una vez que un conjunto de acciones
son muy repetitivas y te rminan cansando, no sé si me explico.
Yo,
como muchos adolescentes antes, tengo ganas de empezar 4º de la ESO,
más bien porque es el último año de secundaria obligatoria y, de
aquí, podré escoger lo que yo quiera. Aunque no lo tenga muy claro,
tengo el empuje de un orientador u orientadora en el Centro.
Aunque parezca que estoy muy confiada en un aprobado o
en una titulación, en este caso no lo estoy; yo, como cualquier
estudiante normal de Secundaria tengo muchas preocupaciones y
dificultades en cuanto a ciertas materias como Matemáticas opción
B, Física y Química, o Biología, que tienen que ver con las
ciencias. Ahora se estarán preguntando: ¿Cómo se te ocurre meterte
en un Cuarto de ciencias? Pues la verdad, no fue por ningún amigo o
ninguna amiga porque eso me parece una estupidez desde mi punto de
vista, se puede querer mucho a un amigo/a tuyo/a, pero jamás le
regalaría (por decirlo así) mi futuro. El caso es que quería ver
hasta dónde puedo llegar en las ciencias, aparte de que la profesión
que tengo en mente para el futuro va muy encaminada con ella.
En
cuanto a levantarse temprano, sé que es muy duro, es más,
muchísimo. Hay gente que dice que quieren hacer las clases por la
tarde pero piensen: ¿prefieren quitar tiempo de salir con los
amigos/as? No, por favor. Sólo hay que dormir las ocho o nueve horas
y ya está, cosa que yo no hago muy habitualmente.
Para
finalizar, añado que el instituto no es fácil, pero tampoco es
difícil, sólo hay que esforzarse y encontrar el tiempo para seguir
adelante con los estudios, no sean vagos.
Es
mejor ser un burro con cerebro y fuerza que un burro con barriga.
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