Puede que las condiciones
climáticas no fueran las adecuadas pero eso no quita para que podamos apreciar
el arte que hasta entonces sabíamos que estaba pero no conocíamos plenamente su
significado o quizás, no sabríamos apreciarlo.
Al pasar por cualquier sitio
podemos ver cualquier muestra de arte desde el más simple garabato escrito en
cualquier sitio hasta una escultura que lleva desde siempre. Uno de esos casos
se pueden ver en la exposición de esculturas por el paseo de las Canteras,
donde muchos no se hubieran detenido a saber sobre ellas. Una de las cosas que
más me atrae a la hora de analizar una escultura es toda la historia que se
esconde tras su fabricación y en que se habrá inspirado el autor. No obstante,
son una de esas pocas esculturas en las que no se ciñe a un título y en la que
el autor nos pide que la veamos como él/ella quiera sino que nos permite
imponer nuestro criterio. Para quien sepa apreciar el arte que nos rodea esto
lo tendrá muy presente.
Otro caso de que el arte vive
con nosotros, es el casco histórico de Vegueta donde también tuvimos la
oportunidad de ir y de visitar una de las construcciones arquitectónicas más
importantes en 1478. Hubiera preferido ir por libre y descubrir por mi propia
cuenta toda la catedral. El ver algo que perdura desde hace siglos hace que me
pregunte qué se esconde detrás de su construcción, desde la vida de aquellas
personas que la construyeron a todo aquello que quizás no estén en los libros y
que solo podrían contar esas personas.
Y para
finalizar, otra muestra más de que el arte está en lo que menos creemos, es la
exposición de Goya en la Casa de Colón, donde aunque fue poco tiempo descubrí
una forma increíble de transmitir lo que percibe o siente un autor hasta
momentos de la historia que cada vez se da menos importancia y por exposiciones
así, no sé en los demás, pero en mí es algo que despierta mi curiosidad y hace
que continúe teniendo ese interés por conocer el pasado.
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