Me llamo Andreas López ,vivo con mi hermana y con mis padres. Según mi madre, desde que yo era muy pequeño, era bastante inquieto, es más, empecé a caminar con tan sólo 9 meses. Algunos de mis familiares les decían a mis padres que parecía que me iba a salir del carro.
Siempre he sido un niño muy habilidoso, se me dan bastante bien los deportes, sin embargo, mi mayor problema eran los estudios. Desde muy pequeño, en preescolar, empecé a tener problemas con las palabras.
Las mezclaba, las cambiaba o simplemente me inventaba lo que estaba escrito.
Cuando entre en primaria, mostré también problemas de concentración. Sin embargo, ningún profesor ni orientador supo darse cuenta de lo que me ocurría, ni siquiera de que algo no iba bien.
Mis padres, se esforzaron mucho para que lograse sacar todas las asignaturas año tras año. Y así fue hasta que llegue a quinto de primaria.
Nunca había tenido ningún problema con mis profesores, pero ese año empecé a tenerlos con mi nueva profesora. La que por mucho que me esforzase, tanto yo, como mis padres, me suspendió.(cuando mis padres me echaban la bronca, me sentía con mucha impotencia ya que cuando terminaba de estudiar, casi no me sabía nada).
Mis padres se pasaban tardes enteras sentados conmigo, para que me aprendiese el temario o hiciese los deberes.
Eran tardes de sufrimiento y frustración debido a mi falta de concentración, y aún así, ningún profesor se percataba del problema, aunque mis padres empezaron a darse cuenta de que algo no iba bien.
Sin embargo, esta profesora a la que mi madre acudió para explicarle lo que pasaba, lo único que fue capaz de decirle, fue que yo era un vago, que no estudiaba porque yo no quería, que no prestaba atención en clase y que básicamente, iba a ser un fracasado. Mi madre le dijo que me iba a apuntar a clases particulares y ella le contestó, que mejor se comprase un par de zapatos con el dinero. Mi madre no le hizo caso a esta señora y me apunto a las clases, pero dejé de ir porque no me ayudaba.
Así llegué a 1ºde la ESO, y mis padres ya desesperados, contactaron con una psicopedagoga, que les comunicó a mis padres que tenía un Trastorno de Déficit de Atención de Hiperactividad (TDAH).
Tras haber por fin sabido que era lo que me pasaba, empezamos a trabajar en el problema, con diferentes técnicas y juegos.
Con el expediente de la psicopedagoga, fuimos a un psiquiatra, la que confirmo que tenía TDAH.
Nuestra guerra no terminó aquí, dado que con el informe médico, el orientador de mi centro no estaba de acuerdo y no lo incluyó en mi expediente, por lo que cada año,tenía que explicar a mis profesores lo que tenía, aunque a veces no se notaba.
A día de hoy, no tengo ningún problema que mis compañeros no puedan tener, aunque tengo algunos problemas en escritura, pero ya soy totalmente autónomo. No tengo ningún problema con mis profesores ni compañeros, no necesito que mis padres estén encima de mí y, por fin, mi informe médico ha sido incluido en mi expediente.
La verdad, no se que hubiese hecho sin mis padres.
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