Con motivo de la realización de este trabajo, me he desplazado a la capital de mi isla, en concreto, a la zona de Vegueta, ya que es donde vive mi único familiar que no realizó el servicio militar por declararse objetor de conciencia.
La
entrevista se la realizaré a D. José
Antonio. Actualmente, tiene 60 años, es conserje en un colegio y vive en Las Palmas de Gran Canaria en el
barrio de Vegueta. Mi parentesco con el
entrevistado es que soy su sobrina-nieta, lo que significa que él es mi tío-abuelo.
Hola
tito Pepe, ¿me podrías decir en qué año naciste y a qué edad tenías que haber
realizado el servicio militar?
Por supuesto Ari. Yo nací el 23 de febrero de 1952 en Santa Brígida, Gran
Canaria. Pero con tan sólo unos meses, nos fuimos toda la familia a Barcelona a
vivir por cuestiones laborales y familiares, ya que mi madre era catalana. Mi
abuelo materno enfermó y decidimos irnos a vivir allí. Me gustaría comentarte que la edad para entrar
a realizar en servicio militar en mi época eran los 22 años, que,
posteriormente, se bajaría a los 18
años. Esto te indica que en el año 1974 yo fui llamado para entrar a filas o,
lo que es lo mismo, para realizar la “mili”.
Tito,
¿por qué no quisiste hacer la “mili”? Mira Ari; yo tenía muy claro
que no quería ir al servicio militar. El principal motivo era y es que soy anti-guerras,
anti-armamentos y antimilitarismo. Además, lo consideraba que iba contra
nuestro derecho a la libertad ya que el servicio militar se convirtió en
obligatorio para el ciudadano a partir de las guerras napoleónicas, cuando se
forman en Europa los grandes ejércitos nacionales por el reclutamiento. De ahí
viene mi negativa a participar en el ejército y a criticar a lo militar.
Estoy
boquiabierta escuchándote, la verdad es que pensé que sería una entrevista,
rápida, sencilla y hasta sin interés. ¡Pero nada más lejos de la realidad! ¿Podrías
seguir contándome más sobre la objeción de conciencia, tito? Claro.
Ari, como todo en la vida, la objeción de conciencia tiene su historia, su
comienzo y su final. El primer caso de Objeción de Conciencia (O.C) se produjo
en España en 1958 por motivos religiosos, ya que los testigos de Jehová fueron
los primeros objetores procesados por un delito de desobediencia. Esto se
penaba desde seis meses a seis años de prisión, y una vez cumplida se les
volvía a llamar a filas. Si se negaban eran nuevamente condenados, a esto se le
llamó “condena en cadena”.
Tito,
que miedo ¿no? Sí, esa era la sensación de los ciudadanos de
sentirse obligados y con mucho miedo a negarse a ir. Yo, en esa época, tenía
tan sólo 8 años, pero veía las caras de miedo de mis hermanos mayores y de mis
padres y, desde ese momento, me decía a mí mismo que no iría, que no me
obligarían a ir si no quería.
Sigue
tito, continúa. Pues mira; recuerdo que en 1970, cuando yo tenía 18
años y me faltaban cuatro para ser llamado a las filas, se presentó el primer
proyecto de Ley de Objeción de Conciencia (L.O.C.) en las Cortes. La comisión
de Defensa Nacional lo consideró como un atentado a la conciencia nacional,
hasta el punto de llegar a decir que los objetores necesitaban tratamiento
psiquiátrico porque eran gente trastocada y
paranoica.
Tito,
se acerca el año en que te tocaba entrar. ¡Qué nervios! Continúa,
por favor. Esta década fue clave para los objetores de conciencia, ya que, en
1971, Pepe Beunza, al cual tuve el gran honor de conocer, se declaró objetor
por motivos no violentos. Él fue el primero, y su caso transcendió a la opinión
pública, creándose grupos de apoyo a nivel estatal e internacional. Por este
motivo, en ese año, se presentó el 2º proyecto de L.O.C, pero el gobierno lo
retiró para evitar problemas.
Tito,
entonces, cuando te llamaron a ti a las filas, ¿qué pasó? Me negué
a ir claro está. Por lo tanto, ya era considerado un objetor de conciencia. La
suerte que tuve, entre comillas, es que en 1973 se reformó el código de
justicia militar, lo que provocó que a partir de ese instante la negativa a la
prestación del servicio militar obligatorio (S.M.O.) implicaba una pena de tres
a cuatro años de prisión y, con eso, quedaba zanjada tu deuda con el ejercito. Es
decir, que se ponía fin a las condenas en cadena que habían sufrido los
objetores anteriores.
Entonces, tito, ¿has estado en la cárcel?
Sí Ari. Cumplí mis años de prisión, ya que, por desgracia para mí, el mismo año
que fui llamado a las filas, el gobierno hizo caso omiso a un proyecto llamado
“Voluntariado para el Desarrollo”. Este plan proponía que aquellos jóvenes que
realizaran dos años de ese voluntariado quedarían exentos del servicio militar
obligatorio. Sin embargo, a pesar de que 1.200 objetores firmaron para realizar
este voluntariado, el gobierno no le hizo ningún caso al proyecto y, por lo
tanto, yo ingresé en prisión.
¡Qué
pena! Dime tito, ¿lo pasaste mal? La verdad que sí, ya que me
habían quitado mi derecho a la libertad de expresión (por negarme a entrar en
el ejército) y, también, mi libertad personal (estaba encerrado). Pero lo pasé
peor por mi familia. Ellos sí que lo pasaron mal. Aunque tuve algunos problemas
con mi padre, porque él tenía otra mentalidad y pensaba que mi obligación era
ir al servicio militar para ayudar a la patria.
Tito,
¿no había manera de solucionar esa situación? Pues mira, en 1975
cinco jóvenes decidieron que, en vez de entrar al ejército, ellos iban a
realizar el llamado servicio civil o, lo que es lo mismo, hacer obras de tipo
social. Sin embargo, tampoco hubo suerte y, después de un mes realizándolo y
considerados a todas vistas objetores, fueron, también, detenidos y
encarcelados.
Tito,
es decir, cualquier intento de solucionar la objeción cumpliendo o haciendo
otras cosas, no daba resultado ¿verdad? Así es Ari. ¿Sabes? Entre
1958 y 1976 pasaron por prisión 285 objetores. Aunque, por suerte para
nosotros, ninguno cumplió en su totalidad la condena de prisión, ya que, en
1976, la “amnistía a presos políticos” puso en libertad a los objetores de
conciencia encarcelados. Sin embargo, la objeción seguía sin reconocerse y no había
garantías de que no fuesen detenidos nuevos objetores. Yo estaba muy contento por estar ya fuera y,
la verdad, es que fue algo inesperado, porque todo lo que se intentaba caía en
saco roto.
¿Cómo
continuó la situación para el resto de ciudadanos, tito? Mira, en
1977, el Ministerio de Defensa aprobó la orden interna en la que se otorgaba la
situación de “incorporación aplazada” a aquellos que se declarasen objetores de
conciencia hasta que se regulase legalmente. Ese mismo año, se creó el
Movimiento de Objeción de Conciencia (M.O.C), el cual luchaba de forma antimilitarista y no violenta. Esto dio pie a
que, en 1978, se empezaran a crear grupos de Acción Directa No Violenta, como,
por ejemplo, el GANVA en Barcelona, el cual introducía ideas antimilitaristas
mediante una campaña contra el ingreso a la OTAN y bases militares.
Tito,
no pensaba que el tema de los objetores de conciencia tuviera tanto trasfondo.
Claro, nosotros eso no lo hemos vivido, pero, la verdad, es que es muy
interesante. ¿Cómo continuó la lucha de los objetores? Pues pasaron
los años y siguieron siempre con el mismo objetivo y, en 1983, ante la amenaza
de que el PSOE aprobara la ley en nuestra contra, el M.O.C. se fortaleció y se
hizo firme el objetivo llamado “Abolición de la conscripción”, es decir, el
rechazo a la Prestación Sustitutoria al Servicio Militar, por lo que ganó
fuerza la estrategia de insumisión. En 1984, se creó la coordinación anti-mili
y mili kk, con una campaña, únicamente, dirigida a la abolición del Sistema
Militar Obligatorio. En 1985, se llevaron a cabo las acciones más masivas
contra el sorteo de mozos, los chicos en edad de entrar a las filas en el
ejército, dando lugar a la creación de la Asociación de Objetores de Conciencia
(AOC), la cual optó por reformar la Ley de Objeción de Conciencia (LOC) desde
dentro, ya que desconfía de la capacidad de lucha de los objetores.
Tito,
a estas alturas de la entrevista, noto como del miedo del principio se está
pasando a una lucha, siempre pacifista y en la busca de una libertad de
elección (elegir si haces o no haces la mili), pero una lucha ordenada y cada
vez mayor para poder obtener el objetivo común, ¿estoy en lo cierto?
Sí Ari, totalmente. En 1987, el MOC, junto a otros colectivos antimilitaristas,
elaboró un manifiesto en contra y criticando la Prestación Sustitutoria al
Servicio Militar Obligatorio (PSSM), la cual considera que la objeción es un derecho fundamental, no
constitucional. La condición de objetor la otorga el Consejo Nacional de
Objeción de Conciencia (CNOC) y penaliza al objetor con un servicio
sustitutorio, la duración del cual puede ser el doble del SMO. Debido a esto el PSOE avecina el problema
de acumulación de objetores y, sobre todo, el de la falta de presupuesto para
llevar a cabo la PSSM. Por este motivo, optó por darles la amnistía a 22.000
objetores. Sin embargo, todo esto era como correr un tupido velo ante la
realidad, ya que, en 1991, en Albacete, se condenó a dos años,
cuatro meses y un día de cárcel a seis insumisos juzgados por negarse a
realizar la Prestación Sustitutoria al Servicio Militar en el INSERSO.
Toda la lucha acabó
cuando el ejército se profesionalizó y, desde entonces, los ciudadanos que
quieran entrar al ejército, bajo libre elección, pasan unas pruebas y consiguen
su puesto. Personalmente, creo que en la actualidad al ejército se alistan más personas
porque quieren conseguir un puesto de trabajo que por el espíritu militar. Si
dejamos ese hecho de lado, lo principal es que ninguno de los que ahora mismo
están allí son obligados a hacerlo, sino que se van libremente.
Espero que, con esta entrevista, haya
quedado clara la importancia que tienen las reivindicaciones en nuestra vida
cotidiana y, sobre todo, para asegurarnos un futuro mejor.
En este caso se reivindicaba el derecho
a la libertad para poder decidir el hacer o no el servicio militar. Costó
y fue duro, pero a base de tesón,
ilusión y, por encima de todo, una lucha constante a favor de la libertad de
elección, se consiguió lo que, hoy en día, pueden disfrutar todos los
españoles, es decir, un ejército profesional al que van las personas que
realmente quieren ir, libremente y no por obligación.
Hoy en día, por desgracia para nosotros,
debido a la crisis que estamos pasando son muchas las reivindicaciones,
manifestaciones, reclamaciones, etc. que día a día se están produciendo. Todas
ellas en busca de una situación mejor para nosotros. Por ejemplo, tenemos la
lucha ciudadana en contra de los desahucios y otra contra el cierre nocturno de
numerosos centros de salud.
Todos deberíamos concienciarnos y tener
claro que, en vez de quedarnos cruzados de brazos, tenemos que unirnos todos a
una como Fuenteovejuna para luchar por un presente digno y un futuro en
condiciones para nuestros descendientes.
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