Algunas veces, las personas sentimos la
necesidad de ser personas. Me explico: por
distintas circunstancias, todo aquello que queremos ser nos está negado, a
veces para ser algo bueno y otras para ser algo simplemente distinto. Esto,
entre otras cosas, te lo da el Carnaval.
Y es que creo que es factible preguntarse si
para el mundo en el que vivimos estamos realmente
preparados. Y, con el carnaval, surge la alegría, surgen los sueños y la posibilidad
de ver cómo nos sienta el traje de nuestros deseos.
Así, los diseñadores se esmeran en crear las
más deslumbrantes fantasías, las murgas en inventar las más elaboradas e
ingeniosas letras y las comparsas en representar las más complejas coreografías;
pero todo con un denominador común: la evasión.
Evasión hacia otros mundos, evasión hacia otros bailes, evasión hacia otra forma de entender la vida, la búsqueda de un sueño, la búsqueda de nuestra identidad en nuestros sueños. ¿Tal vez por eso nos disfrazamos? Reflexionen. Quizás esto tenga algo de razón y, con ello, podamos dar las gracias al Carnaval por dar cobijo a este anhelo vital que nos ayuda a poder saber quién podemos llegar a ser. Y ,a lo mejor, eso nos da una pista y un posible camino de salvación…
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