Había una vez un niño llamado Dominik.
Dominik era muy feliz. Vivía en el norte de Irlanda, siempre
había llevado una vida campestre, toda su familia era bucólica.
Cuando tenía apenas seis años, sus padres se separaron. De
repente, todo se volvió aciago para él.
Desde la separación de sus padres, no volvió a ser el mismo.
Sus notas bajaron, se portaba mal en casa, en clases, gibaba... Era un completo
haragán, pero, eso sí, tenía una idolatría enorme hacia su madre, que siempre
lo ayudaba y apoyaba.
Los años fueron pasando, y llega el día de su cumpleaños. Fue
una jarana, se lo pasó muy bien con todos sus amigos.
Tres años después, Dominik cumple trece años, todo ha ido
estupendamente, pero las cosas van cambiando. Conoce a una chica, Julieta, y se
enamora de ella. Están en la misma clase, y el amor que sentía Dominik hacia
ella era más que ostensible.
Un día cualquiera, Dominik le escribió a Julieta un poema explicándole
todo lo que sentía.Quedaron en el parque al que iban siempre, y se lo leyó. Era
precioso, con varios ripios incluidos.Aparte, le dio también un ramo de rosas. A
Julieta le gustó todo, fue un gran detalle, pero ella no sentía lo mismo por
él. Solo lo veía como un amigo, y no quería estropear su amistad. Dominik lo
comprendió, pero se hundió.
Pasaron semanas y no se quitaba a Julieta de la cabeza,
seguía enamorado de ella. Estaba muy estresado, tenía muchos deberes, exámenes,
el problema de Julieta... Tenía una letanía de cosas que hacer en su cabeza,
todo era mucho para él. Sentía nostalgia por su infancia; según él, su vida era
dantesca.
Una noche, Dominik estaba en su habitación. No podía dormir,
el viento no paraba de ulular.
Le llegó un mensaje de Julieta; le decía si podía bajar al
jardín. Así lo hizo, todo estaba oscuro, pero ahí estaba ella. Le preguntó si
la seguía queriendo, y él afirmó. Ella le dijo que lo sentía mucho, pero que en
realidad le había dicho todo aquello por miedo. Él la entendió, y le dijo que
no tenía que tener miedo de nada.De repente, se vio la sombra de una silueta,
era la madre de Dominik, le pidió que entrase a casa, y Julieta se fue a la
suya.
La vida de Dominik tornó por completo. Julieta era un poco
mística, por lo que Dominik se apuntó con ella a un zen. Él siempre
fanfarroneaba con los demás sobre Julieta. En cambio, Julieta encubría su amor
hacia él, puesto que era tímida. Dominik le hacía muchos regalo y ella los yuxtaponía en su habitación.
Una mañana tenían examen de Química. Habían estudiado
juntos, en una web. La profesora visó los exámenes y todo estuvo muy bien. En
el siguiente tema, utilizarían un xenón. Pero eso sí, odiaban a la profesora,
era muy pedante.
Un día, Julieta le regaló a Dominik un kit de espadas láser,
¡le encantaban! Otro día, Dominik se encontró en su escritorio, en uno de los
cajones, una querella, de su madre, hacia su padre. Según su padre, todo era
una calumnia.
Le vinieron muchos recuerdos a la cabeza, pero pudo
soportarlo. Por fin, Dominik era feliz, tenía todo lo que necesitaba…