La
mía, más que una historia, es una reflexión:
Imaginemos por un momento que existe una vida paralela a
la nuestra. Un mundo justo ahí, detrás de los espejos.
Algunos
pueden pensar que soy exagerada y hasta visceral.
¿Qué
pasaría si pudiéramos atravesarlos? ¿Y
si tuviéramos la oportunidad de vivir desde el otro lado de la vida de esas
personas que nos miran cada vez que nos acercamos a uno de ellos?
¿Qué
pensaríamos de esa gente que ve bajo sus pies un autentico pedregal? Esa
gente que vive sumergida en una especie de película creada por ellos mismos
cual género western. Esos que se
pasan el día farfullando de otros en su propia jerga.
Esa
que, con total unanimidad, solo se empeñan en ver el lado negativo de
las cosas.
El
mundo está lleno de espejos…
En
los colegios, en los hogares, en las residencias de ancianos… en cualquier
lugar podemos toparnos con una xerografía de nuestra propia imagen.
Y
detrás de cada imagen una persona.
n En
los colegios:
Nos
podemos encontrar al expresivo, ese que hace muecas como un burdo,
mientras se saca fotos en los baños durante el recreo.
Al
distante, ese que se mira al espejo solo de refilón, ya que es introvertido,
y cree que eso le honra.
Y
a la rechoncha, que se ve con grima todos los días
arrepintiéndose de haber comido el día anterior, porque por eso no le sienta
bien esa especie de kimono que se ha puesto hoy.
n En
los hogares:
Viven
el áspero, que a pesar de que los demás lo vean como un hombre campechano,
en realidad él se empeña en verse esa tara que tanto lo amarga.
También
el zarrapastroso, que eternamente se siente nimio ante los demás
dándole un yuyu, cada vez que se ve reflejado en la persona que nunca quiso
ser.
Y
qué decir de la meticulosa, que sin mucho lucro, al contrario
solo ve la persona que nunca será.
n Y,
por último, en las residencias o en cualquier parte donde haya ancianos.
Encontraríamos
al ñoño, que solo es capaz de vivir de los recuerdos de su juventud.
Al
obsoleto, que solamente se siente cual mueble viejo y anticuado.
Y,
por supuesto, a la quejumbrosa, que contempla tristemente, habiendo sido
una mujer bella en su juventud, cómo se ha convertido en una vieja soez
casi sin haberse dado cuenta.
Y
yo ,pensando en todo esto, sólo puedo hacer una reflexión:
Que
un espejo, es solamente un reflejo de nosotros mismos.
Que
la vida solo se vive una vez. Y que es demasiado bonita para malgastarla viendo
cosas malas donde no las hay.
Los
jóvenes:
Porque
deberíamos estar contentos de que nos queda mucha por vivir.
Los
adultos:
Porque
siempre estarán a tiempo para corregir sus errores.
Y
los ancianos:
Porque
deberían estar orgullosos de todo lo que
han vivido, eso no los convierte en viejos, los convierte en sabios…
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